No trabajan al mismo ritmo, ni con la misma filosofía ni sistema para
medir la productividad que una empresa normal, pero a fin de cuentas los
resultados y los objetivos, que son lo verdaderamente importante en el
competitivo sector agrícola onubense, son los mismos. Y es que cada año,
más de medio millón de tarrinas para frambuesas, arándanos y moras son
manipuladas en el Centro Ocupacional Islantilla -COI-, ubicado en Lepe,
por la treintena de jóvenes con discapacidad intelectual usuarios del
mismo.
Unas tarrinas que tras pasar por las fincas de los socios de una de las cooperativas agrícolas más importantes de la provincia de Huelva -Onubafruit-, para ser llenadas con algunos de los frutos rojos más primorosos que produce el campo onubense, son exportadas a los mercados más exigentes del norte de Europa.
De esta forma Onubafruit aporta a sus producciones un valor añadido con el que decididamente apuesta por la responsabilidad social corporativa en unos mercados cada vez más exigentes y en los que distinguirse por este tipo de política empresarial da un plus de calidad con el que diferenciarse del resto de competidores.
No en vano representantes de Onubafruit, que lleva ya varios años confiando en el buen hacer de este grupo de jóvenes con discapacidad intelectual, visitó recientemente las instalaciones leperas donde se manipulan sus tarrinas en compañía de los responsables de calidad de algunos de sus clientes más representativos a nivel mundial como la cadena de supermercados británica Sainsbury's, o uno de los mercados mayoristas más importantes de toda Europa.
La impresión que todos se llevaron "no pudo ser mejor", relata la directora del centro ocupacional lepero, Carmen Pérez Marín. De hecho, prosigue "de venir para una visita rápida, al final se quedaron bastante tiempo con nosotros y, a pesar de la barrera idiomática, lo preguntaron absolutamente todo". En este sentido, asegura que valoraron enormemente la metodología de trabajo del centro, así como se interesaron por sus usuarios y su forma de trabajo. Según Carmen Pérez, también preguntaron mucho sobre el tema del reciclado y el cuidado por el medioambiente, "llamándoles mucho la atención el hecho de que aquí todo se reutiliza y se recicla". Finalmente, relata con orgullo la directora del centro "también nos dijeron que teníamos muy buenas cabezas y que éramos muy creativos, porque con pocos medios económicos llegábamos a unos niveles de calidad muy altos".
El Centro Ocupacional Islantilla de Lepe se creó en 1999, siendo desde entonces su máxima responsable Carmen Pérez Marín. Kika, como así la llaman todos en el centro de forma cariñosa, a sus 48 años cuenta como este recurso, que depende del Ayuntamiento de Lepe y que está concertado con la Consejería de Salud y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, nació a raíz de un proyecto comunitario que ya no existe y que se denominaba Horizon, que a su vez formaba parte de una serie de iniciativas europeas orientadas a la reinserción de distintos colectivos sociales desfavorecidos. Los Horizon estaban especialmente pensados para personas con discapacidad.
Con estos mimbres comenzó su andadura un centro que también contó con fondos Feder para acondicionar la nave en la que actualmente se encuentra, y con los conocidos como fondos de Cohesión se inició un programa llamado Camaleón, principal germen de lo que hoy es el Centro Ocupacional Islantilla.
"Pero las iniciativas Horizon tenían sólo dos años de vigencia -prosigue Kika- por lo que en base a sus buenos resultados y a que se cumplieron con creces los objetivos, antes de finalizado dicho periodo empezamos a darle vueltas al asunto con el objeto de poder consolidar el recurso en el tiempo". Por ello, y aunque las iniciativas Horizon dependían de la Consejería de Empleo, los responsables del proyecto empezaron a estudiar su continuidad a través de otra Consejería, la de Igualdad (ahora Salud y Bienestar Social), y en 2001 fue posible su consolidación bajo la figura de Centro Ocupacional para personas con discapacidad intelectual, convirtiéndose además en el primero de sus características en la provincia de Huelva.
Desde entonces, asegura Kika, "nuestro principal objetivo ha venido siendo aumentar la calidad de vida del colectivo en toda la Costa occidental a través de la igualdad de trato de estas personas y su dignidad mediante su inserción social y laboral". En este sentido ya se ha insertado laboralmente en entornos no protegidos a unos diez chicos. Y es que el centro, según su directora "es como una especie de taller preparatorio de cara al mercado laboral, y nuestro método de trabajo es enseñarles oficios relacionados con las actividades que hay en el entorno: la agricultura y la industria agroalimentaria".
En este último caso, destaca, las industrias de la zona tienen métodos de trabajo muy similares a los de una cadena de montaje "lo cual les viene muy bien terapéuticamente a estos chicos porque en ellos es muy importante la capacidad de trabajo en equipo, la responsabilidad (si uno se atasca afecta a toda la cadena), la dependencia entre unos y otros, y las escasas situaciones en que tienen que tomar decisiones". "En definitiva -subraya- se trata de un trabajo muy mecánico al que se adaptan muy bien una vez han adquirido los conocimientos necesarios, siendo al final capaces de trabajar con autonomía, que es nuestro principal objetivo".
El equipo del COI está formado por tres monitores ocupacionales, una trabajadora social, una auxiliar administrativa, una limpiadora y la directora, contando con una treintena de plazas concertadas, por lo que entre sus usuarios hay chicos procedentes de todos los puntos de la Costa occidental: desde Huelva capital hasta Punta del Moral todos en edad laboral.
Unas tarrinas que tras pasar por las fincas de los socios de una de las cooperativas agrícolas más importantes de la provincia de Huelva -Onubafruit-, para ser llenadas con algunos de los frutos rojos más primorosos que produce el campo onubense, son exportadas a los mercados más exigentes del norte de Europa.
De esta forma Onubafruit aporta a sus producciones un valor añadido con el que decididamente apuesta por la responsabilidad social corporativa en unos mercados cada vez más exigentes y en los que distinguirse por este tipo de política empresarial da un plus de calidad con el que diferenciarse del resto de competidores.
No en vano representantes de Onubafruit, que lleva ya varios años confiando en el buen hacer de este grupo de jóvenes con discapacidad intelectual, visitó recientemente las instalaciones leperas donde se manipulan sus tarrinas en compañía de los responsables de calidad de algunos de sus clientes más representativos a nivel mundial como la cadena de supermercados británica Sainsbury's, o uno de los mercados mayoristas más importantes de toda Europa.
La impresión que todos se llevaron "no pudo ser mejor", relata la directora del centro ocupacional lepero, Carmen Pérez Marín. De hecho, prosigue "de venir para una visita rápida, al final se quedaron bastante tiempo con nosotros y, a pesar de la barrera idiomática, lo preguntaron absolutamente todo". En este sentido, asegura que valoraron enormemente la metodología de trabajo del centro, así como se interesaron por sus usuarios y su forma de trabajo. Según Carmen Pérez, también preguntaron mucho sobre el tema del reciclado y el cuidado por el medioambiente, "llamándoles mucho la atención el hecho de que aquí todo se reutiliza y se recicla". Finalmente, relata con orgullo la directora del centro "también nos dijeron que teníamos muy buenas cabezas y que éramos muy creativos, porque con pocos medios económicos llegábamos a unos niveles de calidad muy altos".
El Centro Ocupacional Islantilla de Lepe se creó en 1999, siendo desde entonces su máxima responsable Carmen Pérez Marín. Kika, como así la llaman todos en el centro de forma cariñosa, a sus 48 años cuenta como este recurso, que depende del Ayuntamiento de Lepe y que está concertado con la Consejería de Salud y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, nació a raíz de un proyecto comunitario que ya no existe y que se denominaba Horizon, que a su vez formaba parte de una serie de iniciativas europeas orientadas a la reinserción de distintos colectivos sociales desfavorecidos. Los Horizon estaban especialmente pensados para personas con discapacidad.
Con estos mimbres comenzó su andadura un centro que también contó con fondos Feder para acondicionar la nave en la que actualmente se encuentra, y con los conocidos como fondos de Cohesión se inició un programa llamado Camaleón, principal germen de lo que hoy es el Centro Ocupacional Islantilla.
"Pero las iniciativas Horizon tenían sólo dos años de vigencia -prosigue Kika- por lo que en base a sus buenos resultados y a que se cumplieron con creces los objetivos, antes de finalizado dicho periodo empezamos a darle vueltas al asunto con el objeto de poder consolidar el recurso en el tiempo". Por ello, y aunque las iniciativas Horizon dependían de la Consejería de Empleo, los responsables del proyecto empezaron a estudiar su continuidad a través de otra Consejería, la de Igualdad (ahora Salud y Bienestar Social), y en 2001 fue posible su consolidación bajo la figura de Centro Ocupacional para personas con discapacidad intelectual, convirtiéndose además en el primero de sus características en la provincia de Huelva.
Desde entonces, asegura Kika, "nuestro principal objetivo ha venido siendo aumentar la calidad de vida del colectivo en toda la Costa occidental a través de la igualdad de trato de estas personas y su dignidad mediante su inserción social y laboral". En este sentido ya se ha insertado laboralmente en entornos no protegidos a unos diez chicos. Y es que el centro, según su directora "es como una especie de taller preparatorio de cara al mercado laboral, y nuestro método de trabajo es enseñarles oficios relacionados con las actividades que hay en el entorno: la agricultura y la industria agroalimentaria".
En este último caso, destaca, las industrias de la zona tienen métodos de trabajo muy similares a los de una cadena de montaje "lo cual les viene muy bien terapéuticamente a estos chicos porque en ellos es muy importante la capacidad de trabajo en equipo, la responsabilidad (si uno se atasca afecta a toda la cadena), la dependencia entre unos y otros, y las escasas situaciones en que tienen que tomar decisiones". "En definitiva -subraya- se trata de un trabajo muy mecánico al que se adaptan muy bien una vez han adquirido los conocimientos necesarios, siendo al final capaces de trabajar con autonomía, que es nuestro principal objetivo".
El equipo del COI está formado por tres monitores ocupacionales, una trabajadora social, una auxiliar administrativa, una limpiadora y la directora, contando con una treintena de plazas concertadas, por lo que entre sus usuarios hay chicos procedentes de todos los puntos de la Costa occidental: desde Huelva capital hasta Punta del Moral todos en edad laboral.
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